21:30 PM de un domingo en la gran ciudad. Un grupo de gente se reúne en el patio de una antigua nave industrial. Una fina lluvia acompaña su conversación, lo que provoca que se refugien, bien acurrucados, bajo la gran sombrilla que preside el patio. Birras, risas, cava con brindis, provocaciones... es una forma inmejorable de acabar la primera semana de funciones. Son ese grupo de actores que, tras 150 minutos de intensidad absoluta, se conectan de nuevo a su día a día a partir de escuetos bocados de realidad.
La estampa es fenomenal. Digna de una de las escenas de la mejor película de ciencia ficción de la historia. Y, en el fondo, no es más que el descanso del guerrero, que baja la guardia y reactiva sus constantes vitales.
Cae una lluvia fina que se lleva toda la porquería hasta las cloacas y lo limpia todo.
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